El equipo de montañeros de
Trangoworld, capitaneado por Carlos Pauner, tuvo que abandonar el intento de subir al
Dhaulagiri, un ocho mil situado en el Himalaya nepalí, debido al mal tiempo. Los
expedicionarios pasaron un gran susto al sufrir un accidente el helicóptero que les
llevaba de vuelta justo al despegar. La crónica diaria de la expedición, narrada por los
propios protagonistas, puede leerse en el sitio web www.trangoworld.com
Gabinete de prensa
Trangoworld
No pudo ser. El Dhaulagiri, el que iba a ser el séptimo ochomil del conocido montañero Carlos Pauner, se resistió demasiado. El mal tiempo, que afectó a la expedición patrocinada por la marca de prendas técnicas Trangoworld y formada por aragonés Pauner, el navarro Ricardo Valencia, el asturiano Nacho Orviz, y los vascos Raquel Pérez y Willy Barbier, impidió a estos escaladores alcanzar la cima, a pesar del gran esfuerzo realizado durante muchos días. Por si fuera poco, el helicóptero que les traía de vuelta a Katmandú sufrió un accidente al despegar, en el que salvaron la vida de milagro
Mal tiempo, casi todo el tiempo
Al día siguiente de llegar al campo base, más de cincuenta centímetros de nieve acompañados de una fuerte ventisca les dieron la bienvenida en una montaña que ya estaba cargada de nieve. Tal como cuenta el mismo Pauner en las crónicas publicadas en el sitio web de Trangoworld, www.trangoworld.com, el viento es cortante, helado, malhumorado, como si quisiera arrojarnos de este paraje con cajas destempladas. La verdad es que no podíamos empezar peor.
El Dhaulagiri (8.167 metros), la séptima montaña más alta del mundo, es considerada una cima complicada, pero con mal tiempo se vuelve intratable. Menos expuesta a avalanchas, esta montaña tiene habitualmente mucho viento, y la arista del último tramo tiene hielo. Sin embargo, este año la expedición había sido planificada para elegir el mejor momento posible de la temporada, de manera que la meteorología fuese aceptable. Pero la estabilidad esperada no se ha producido.
A las nevadas de los primeros días, imprevistas, sucedió un periodo corto de buen tiempo a partir del 20 de abril, en el que por las mañanas los montañeros pudieron trabajar a gusto, aunque a mediodía, matemáticamente, se volvía a poner a nevar. Los días 24 y 25 se plantaron los campos 1 y 2 con éxito, aunque el tiempo seguía inestable, con jornadas calurosas seguidas de ventisca. La euforia por el éxito de esta rápida aclimatación, que hacía prever un inminente intento de hacer cima, empezó a venirse abajo cuando el 2 de mayo, al llegar al campo 1, Willy Barbier se sintió mal y tuvo que volver al Base acompañado por Raquél Pérez.
A 7.800 metros de altura
Carlos Pauner y sus compañeros Nacho Orviz y Ricardo Valencia continuaron el ascenso desde el campo dos, intentando montar el número tres a poca distancia de la cima, para alcanzarla el 4 de mayo. Sin embargo, el tiempo cambió el día 2 y una tormenta de viento y nieve les dejó varados en un escalón. Aun así, intentaron hacer cima a medianoche, sin haber podido descansar ni hidratarse adecuadamente, pero se quedaron a 7.800 metros. A esa altura decidieron abandonar el intento, debido a la peligrosa tormenta que se estaba formando y que, efectivamente, cayó al día siguiente. Si se hubieran quedado, sin duda nos habría tragado para siempre, comenta Pauner. El día 5 de mayo, ante las previsiones meteorológicas que anunciaban un nuevo periodo de mal tiempo que cargaría demasiado la montaña, los expedicionarios decidieron retirarse
Un susto que pudo haber sido peor
Pero las aventuras de estos montañeros no terminaron ahí. El 7 de mayo, tras despegar en el helicóptero que les llevaría a Katmandú para iniciar el viaje de regreso a España, el aparato se quedó sin potencia debido al peso y al viento de cola, por lo que cayeron nada más elevarse. El helicóptero chocó suavemente y se deslizó por la vertiente del glaciar durante más de 300 metros, perdiendo el tren de aterrizaje y quedando las aspas del rotor, aún en movimiento, a menos de un metro de las rocas de la morrena. Como explica Raquél Pérez en la crónica de la expedición, que se puede leer en la web de Trangoworld, gracias a Dios que las hélices no tocaron nada, si no eso hubiera sido el fin. Con la de combustible que íbamos perdiendo, cualquier chispa podría habernos hecho saltar por los aires. Ya con menos carga, un segundo helicóptero les llevó en otro traslado sin ningún incidente
Para leer las crónicas del equipo de Pauner, así como ver todas las fotos que han enviado, basta con visitar la Sala de Prensa del sitio web de Trangoworld, www.trangoworld.com.